Tiene que decidirse... entre su familia y Nueva York, entre su novio y su amor por la música clásica.
Pero entonces, ocurre un accidente. Ya nada será como antes, y sólo le queda una decisión... vivir o morir.
Mia ama la música clásica. Desde pequeña toca el Chelo, y en su iPod no faltan canciones de Bethooven o Yo Yo Ma. Y es que lleva la música en la sangre, ya que sus padres se conocieron precisamente mediante la música (el padre de Mia tocaba en un grupo de Rock).
Pero una mañana se montan en el coche, y la vida de Mia da un cambio radical... Una carretera helada, un camión que se desvía y choca contra ellos, y después... Oscuridad. Sus padres muertos en el acto, su hermano pequeño Teddy herido y ella en estado grave.
Pero no son los médicos los que tienen que salvarla, no son los que tienen que tomar la decisión de si su vida tiene que terminar o continuar, porque esa decisión
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