Lefou y la presencia homosexual en La Bella y La Bestia
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Reseña | Review | Opinión
Hoy vengo a hablaros sobre "La bella y la bestia", la película estadounidense de fantasía y musical de 2017, dirigida por Bill Condon, escrita por Evan Spiliotopoulos y Stephen Chbosky, y basada en el cuento de hadas del mismo nombre de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Justamente la adaptación de acción real donde cobran vida los personajes más queridos del clásico de Disney estrenado en 1991.
No me pondré a comparar una y otra para resaltar, a mi juicio, cuál de las dos es mejor, los puntos flacos y aciertos de cada una ni discutir acerca de si la última es un calco de la primera. El motivo de esta reseña es centrarme en un personaje secundario, Lefou.
Desde ya aviso de que esta entrada tiene spoilers, pero, ¡¿quién a día de hoy no ha visto la película?! Este personaje francés, físicamente regordete y de poca estatura, también no agraciado en belleza, se nos presenta en el clásico como un villano por ser mano derecha de Gastón. Pero en la película se da un paso adelante, que quizá el clásico callaba (eran otros tiempos , otra década y Disney no se aventuraba a dar el paso), la posible homosexualidad de un personaje.
En efecto, Lefou admira a Gastón, incluso quiere ser como él, pero realmente en lo que todos podemos coincidir es en que, teniendo en cuenta el final, está confundido. Idolatra a Gastón, pero da un paso más allá del límite de la lealtad propia de una amistad, admira a quien ama. Algo realmente bello, que le ciega desgraciadamente si nos paramos a analizar a su mejor amigo, alguien tan narcisista y egocéntrico que solo se utiliza porque solo vela por sus propios intereses y lo manipula para conseguir sus objetivos sin realmente importarle lo más mínimo.
Mientras que todos tienen la vista puesta en Bella (Emma Watson) y la Bestia, yo me paré a analizar a Lefou, y su evolución a lo largo del film. De buenas a primeras, aplaude y adula a Gaston, pero pude ver más rasgos de su personalidad: pese a ser analfabeto, si me permitís decirlo, se le ve algo dandy (la mención del "je ne sais quoi" que el otro desconoce su significado, la elegancia y refinamiento de sus poses así como sus modales), algo celoso (momento en que las trillizas cantan alabando a su "hombre", donde les aconseja alejarse de él y truncar cualquier esperanza de ser alguna de ellas su esposa) y sumiso (pasajes donde quiere expresar lo que piensa, lo que siente, pero que agacha la cabeza ante la reprimenda o mirada de desaprobación del cazador).
Si algo valoro de este film con personajes de carne y hueso, son las licencias que se han tomado, a la hora de rellenar esas lagunas que el clásico, tal vez por cuestión de tiempo o por no considerarlos relevantes, no abordaba. Sí, es genial comprender la época histórica en que está ambientado, el motivo por el que los aldeanos no recuerdan el castillo o por qué Bella es huérfana de madre.
Es enternecedor, el silencio por vergüenza o miedo a perder el favor de Gaston, que transcurre tras la escena de la arenga de Lefou en la taberna para animar a "su amigo" al recibir las calabazas de Bella. Piensa más en él que en sí mismo mismo, quiere verle de buen humor porque para él, eso es felicidad. Y aunque hay quienes defienden que los niños no se percatan y que están demasiado entretenidos riendo sus comentarios sutiles, Lefou baila con extremada delicadeza alrededor de Gaston, da a su ídolo un masaje en el hombro mientras canta sus alabanzas y acaba aterrizando en su regazo, envolviendo los brazos de este en torno a él. ¿Hace falta más señales para no captar que el personaje es gay?
No entraré en detalles sobre si se ha forzado el estereotipo, una persona gay es como una hetero, por tanto, es imposible reflejar en un personaje todo un colectivo. He leído críticas que atacan duramente que Lefou sea visto demasiado afeminado y su forzado amaneramiento, otros que no merecía ser villano porque lo hace hasta cómico y que se le pierda el respeto. Sea como fuese, no voy a profundizar en ello, cada cual tiene su opinión, lo que intento analizar aquí es que se haya incluido un personaje gay en la trama de la película, su presentación y evolución, no la repercusión de la apuesta con él.
Gastón al abordarle sobre por qué sigue soltero siendo como es, calla. Sí, podría ser el momento idóneo para declararse, pero no lo ve oportuno y su inseguridad le echa para atrás. Pese a su carácter despótico, Gastón parece bajarse de sus delirios de grandeza, para subrayar ahí que su compañero de fechorías, en realidad, es un buen partido y debería ser recompensado por sus valores y virtudes. Creo que hasta él mismo sabe que Lefou es gay, pero al ser tal vez homófobo no quiere ni abordar el tema ni profundizar en ello.
Cuando Gaston decide abandonar a su suerte a Maurice, el padre de Bella, a los lobos, para que lo devoren, únicamente porque le recuerda que nunca se casará con Bella, es un gesto egoísta y cruel que remueve la conciencia de Lefou, vemos como ese junto a otros momentos, empieza a estar en desacuerdo con su "objeto de deseo", pero llegado el momento es cobarde. De nada sirve que tarde en responder cuando se le pregunta si hizo aquel macabro acto, Gaston le pide que mienta por él, es lo que espera sabiendo de antemano que lo hará y así sucede. Pero, ¿cuando Lefou deja de ser un villano y se une al equipo de los "buenos"? Todos vemos que cuando los aldeanos van a asaltar el castillo de la Bestia, y darle caza (movidos por la arenga de Gaston infundada en que les atacará y devorará a sus hijos, echando leña al fuego y agravando la situación aprovechando su miedo y desconcierto), Lefou le sigue como si fuera su vasallo y perrito faldero, hasta que es atacado y le pide ayuda, y Gastón le suelta: "Lo siento, amigo, es la hora del héroe". Ahí todos le perdonamos sus actos, le redimimos de sus "pecados" porque la escena conmueve y nos apena por la impotencia. Se produce un giro de 180º, donde nuestro personaje cae de su nube donde "su amado" era Dios, dejando de idealizarlo y topándose con la dura realidad, solo así comienza a tener amor propio tras la profunda decepción a la que asiste. Y lo cómico (a mi juicio, demasiado frívolo) toma las riendas. La Señora Potts, de no conocerle de nada, le consuela y le aconseja que no le merece.
El ataque de Madame Garderobe a los intrusos vistiendo con ropajes femeninos a tres hombres, inyecta un guiño al travestismo cuando uno de ellos, Stanley, no huye y disfruta con el atuendo con el que se ve puesto, sonriendo radiante ante el alegato de "ser libres" de la diva de la ópera. ¿Casualidad o causalidad? La salida del armario, y nunca mejor dicho.
Y así da la siguiente puntada de hilo en el desenlace de su historia que da esperanza y una nueva oportunidad a Lefou, como premiándole por su "cambio de bando", acertado en el último momento, pero también por despertar a tiempo, al coincidir con el anterior joven mencionado en el intercambio de parejas. Lo que pasará a partir de ahí, ya queda a imaginación del espectador.
Para terminar, ya va siendo hora que lo considerado "inmoral" por conservadores se normalice y se ofrezca y vea ante el mundo como es, algo natural, normal y real. Es de agradecer al director este nuevo enfoque, que si bien sentenció a la película a ser criticada y censurada en algunos países, no se amedrantó. Al fin y al cabo refleja una realidad misma, donde forma parte la comunidad LGTB y que merece figurar en más proyectos como cualquier otra relación o personaje heterosexual.
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